Huapango Torero
Lola canta / Ana pinta
I
La noche cae en silencio,
La luna cuelga, cuelga allá lejos;
Se empiezan a acomodar
Las estrellas en el cielo.
Fue un día muy largo. Cuando el sol estuvo en su punto más alto se sentía casi insoportable. Caminar en el centro histórico de la Ciudad de México siempre implica un esfuerzo particular, y en días tan soleados como ese, además del cuerpo se cansan los ojos.
La noche cae en silencio como en silencio transcurrió el ocaso, sutil y rampante. Una vez que se han acomodado las estrellas ya puede uno voltearse la gorra, porque su luz, como la de la luna, no es molesta.
II
Y rumbo hacia los corrales,
Se ve al chiquillo que va resuelto,
él quiere torear un toro,
Su vida pone por precio.
Consiguió una rosa y le cortó las espinas porque quiere hacer un presente. Esa tela la iba a usar en su estudio pero la lleva consigo porque le han dicho que el blanco anuncia las intenciones de tregua.
Si el chiquillo va resuelto es porque ya ha decidido que los toros no le asustan. Quiere conocer el otro lado de la alambrada, caminarlo y esperar el amanecer en un lugar que no conoce.
Al toro con que se cruce le mirará a los ojos, mostrará sus intenciones de avanzar y luego… no sabe qué va a pasar.
En eso consiste su toreo.
III
Silencio…
Los caporales están durmiendo,
Los toros, los toros en los corrales
Andan inquietos.
Silencio.
Los toros están despiertos.
Regularmente no se prestan mucha atención entre sí. Cada uno se ocupa de sus propios asuntos y les basta no estorbarse.
¿Será que la luna llena les impide dormir? Brilla muy fuerte.
Se oye un ruido cerca de la alambrada y eso los inquieta. Algunos alzan la cabeza y otros ponen más fuerza en las piernas.
El chiquillo va determinado y atento. Ha de ser cuidadoso: no tropezar con las rocas, mantener la calma, no pisar alguna flor, no hacer más ruido del necesario, y sobre todo, no herirse con la alambrada.
Con la mano puesta en el espacio entre dos púas, intuye que algunos toros ya lo escucharon. Levanta el alambre, cruza la cabeza y se encuentra con la mirada de uno de ellos. Lo mira y no siente miedo.
La alambrada hace un chirrido mientras vuelve a tensarse, luego se calla y otra vez hay silencio. Él vuelve a erguirse y sabe que el paso ya ha sido dado.
IV
Un capote en la coche
A la luz de la luna quiere torear.
Silencio…
Paso a paso se adentra en la faena. Avanza firme con su capote blanco. A la luz de la luna quiere torear, beber, hablar y bailar. Paso a paso quiere afirmar la vida que le pertenece.
Silencio…
Un toro se le acerca.
V
Toro, toro asesino…
No voy a hacerte daño.
Texto escrito para FAENA, un proyecto colaborativo para sitio específico provocado por Ana Segovia.
Centro Histórico, Ciudad de México, febrero 2020.



